Una pequeña elegía


Se paró en puntas de pie
y me regaló sus labios.
Cansado la besé
en el silencio húmedo del otoño.


Las lágrimas caían en silencio,
en el silencio húmedo del otoño.
El día aburrido se apagaba, aburrido
como todo fuera del sueño.


Ígor Severianin, 1909.